jueves, 1 de marzo de 2012

Llanto deciduo

Cuenta la leyenda que quienes han sufrido mucho en su vida y han llorado por diversas circunstancias terminan quedándose secos, sin lágrimas que derramar. Como el hombre de hojalata, sin corazón, contando tan sólo con una pesada armadura, insípida, vacía, hueca. Pero como todas las leyendas, esta sólo alberga una pequeña parte verdadera. Estas personas que tanto lloraron, en realidad lo que han conseguido es crecer, si bien no necesariamente en el sentido psicológico, sí lo han hecho en el sentido evolutivo. Sí, evolutivo, porque al fin se han desecho de sus lágrimas de leche, quedándose con las auténticas, aquellas que conservarán durante toda su vida: las derramadas al llorar de la risa.

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