miércoles, 21 de marzo de 2012

Aquiles

Sin ánimo ninguno de mostrar aires de grandeza ni ser tomada como una heroína de la mitología griega, reconoce que también tiene su particular talón. Más de uno, incluso. Sin embargo, el más latente, uno de los más evidentes, comprensibles y difíciles de disimular de repente se estaba desdibujando. Sus límites cada vez eran más difusos y su fuerza se hallaba prácticamente a nivel del suelo. Como si de una mancha de polvo se tratara, una sutil brisa de aire bastaría para cambiar su estado de zona vulnerable a recuerdo remoto, ni siquiera a un mal sueño. Al descubrir esta mágica verdad, no le quedó más remedio que inflar el pecho y prepararse para soplar.

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