sábado, 5 de marzo de 2011

Parte cuatro


Vive en el mundo de las cosas que importan, donde nada lo es todo, y las reglas las dicta el menos común de los sentidos. Se diverte cambiando el nombre a las ideas, a los objetos, a los secretos. Porque las palabras, dice, son aleatorias, son caprichosas, son una convención, son una estupidez. Me mira, sonríe, y afirma convencida: "puedo llamar lluvia al sol, y eso no impedirá que brille con fuerza si el día está despejado". "No son eufemismos", me explica paciente, "puesto que no se trata de maquillar la realidad, sino de desnudar la verdad". "No es un lenguaje inventado", continúa, "no más que cualquier otro de los que existen". En cualquier caso, es un alivio que hablemos el mismo idioma.



No hay comentarios: