lunes, 14 de marzo de 2011

Lavar en seco


Tenemos la creencia de que en las etiquetas, que no son más que unos pocos centímetros de tela o de papel con una letra microscópica impresa, se esconden las grandes verdades de la vida. Etiquetas en la ropa, que llegan incluso a influir en nuestro estado de ánimo, al igual que las etiquetas de los alimentos; noches de etiqueta donde quien aparenta ser elegante es en realidad de lo más vulgar; y etiquetas en nosotros mismos, que en ocasiones pueden arrastrarnos a ser algo que repudiamos.

Sin embargo, nadie lee los prospectos de los medicamentos, y suelen contener información de lo más valiosa: finalidad, fabricante, beneficios para la salud, recomendaciones de uso, contraindicaciones, efectos adversos, combinaciones con otros medicamentos y posibles reacciones alérgicas. Aunque parezca extraño, las personas también portamos nuestro particular prospecto, plegado con cuidado, y redactado igualmente con una letra minúscula. Aún así, algunos prefieren quedarse sólo con lo que pone en la etiqueta, con lo que se ve, bien porque les da pereza leer tantos datos, o por la cobardía que les frena ante la posibilidad de saber demasiado.



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