viernes, 27 de agosto de 2010

Tomarse la vida en serio

Expresión cuyo origen es desconocido. Aún hoy todavía se discute su posible procedencia latina. No obstante, este debate etimológico no nos concierne ahora, por muy serio que pueda parecer. Y es que la seriedad no implica necesariamente la corrección ni la fundamentación. Imaginemos la vida como una taza de café. Tomarla en serio conlleva ir sorbiendo poquito a poco, disfrutando de los aromas, de la combinación de sabores, haciendo pausas, unas diminutas, otras prolongadas, para contemplar la bebida y degustar el momento que acaba de perecer. Implica removerla de vez en cuando, mezclar experiencias; no dejar los posos para el final, puesto que el gusto no es el mismo por separado, y el resultado puede ser artificial. Es fundamental no confundir esta premisa con "tomarse la vida en serie", máxima de los falsos seguidores del Carpe Diem, que consiste en beber tazas sin control, una detrás de otra, sin dejar un tiempo de reflexión para reposar las sensaciones ingeridas. El lema que hoy tratamos significa también ensuciarse bebiendo, puesto que se puede sonreir mientras se toma el café, la seriedad no es incompatible con la risa. Ensuciarse con esas manchas que ya no se van de la ropa y se quedan para siempre (se dice que algunos intentan disimularlas y otros las lucen sin complejos). Pero cuidado, es importante no retirar la atención, porque si nos manchamos en exceso es posible que nos quede más vida fuera que dentro.


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