miércoles, 22 de febrero de 2012

Ámbar

Nunca dejaba que se le enfriara una bebida. De hecho, gran parte de las heridas de sus labios se debían a su impaciencia. Y no sólo las de sus labios, también otras más difíciles de ver. Pero esa era una ocasión especial. Lo que tenía que decirle requería tiempo, tacto y concentración para no errar a la hora de escoger los términos.
Verás - comenzó- en este camino siempre aparecen situaciones en las que aquello que anhelamos se encuentra al otro lado. Para llegar hasta allí debemos atravesar un cruce. Pero en algún momento, el semáforo del cruce comienza a parpadear. Es entonces cuando hay que tomar una decisión, cruzar corriendo o esperar a la siguiente oportunidad. Todo depende de la fuerza con la que deseemos lo que está más allá- .
Paró. Dio un sorbo breve a su bebida y arrugó el gesto. Efectivamente estaba tibia y desagradable. Pronto se olvidó de eso y reparó en que a su acompañante se le habían humedecido los ojos. -Pero hay algo que también has de tener claro - le alentó -. Por ti siempre cruzaré en rojo.

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