Finales anticipados que se prolongan durante años. El resultado de una despedida lenta, dosificada y absurda es este. Anestesia. No hay lágrimas. No hay dolor. No hay alivio. Nada. La sensibilidad se ha disipado y ha dejado lugar a otras sensaciones desvinculadas del adiós.
Hasta siempre.
Hasta siempre.
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